sábado, 5 de abril de 2014

“Cuando descubrí que podía explicar el supuesto accidente en que asesinan a Graiver me dije que el libro era posible”

Entrevista a Juan Gasparini sobre Graiver. El banquero de los Montoneros

En su tercera edición, el periodista argentino Juan Gasparini, integrante de “aquella juventud maravillosa” que asentía Juan Perón, habla con el medio y dilucida todos los detalles que conformaron su proceso de investigación.

Juan Gasparini, es sin duda, el periodista que más conoce sobre la historia de los Graiver. Ya lleva consigo la tercera investigación sobre la vida, los entornos y negocios de unos de los empresarios más polémicos de nuestros tiempos. En medio de los debates generados por la expropiación de Papel Prensa durante la última dictadura militar y el rol de los medios Clarín y La Nación, se profundiza una charla en base a los orígenes de la investigación realizada, que en definitiva, es la esencia misma que conduce a la verdad de los hechos.

-          Es inevitable para poder dar el primer paso conocer acerca del nacimiento del libro, ¿qué lo llevo a investigar a David “dudi” Graiver? ¿y en qué momento y lugar se encontraba para comenzar la investigación?
        
              - El libro originariamente fue publicado en su primera edición en 1990. Yo vivía ya en Ginebra, donde me exilé en 1980. Venía de terminar mi tesis de doctorado en sociología en la universidad de esa ciudad sobre el enfrentamiento entre la guerrilla y las Fuerzas Armadas en Argentina, cuya expresión en Argentina fue, en 1988, mi libro periodístico “Montoneros, final de cuentas”. Mucha información disponible sobre esos temas  no la había utilizado y me dije entonces, que valía la pena hacer una investigación sobre el caso Graiver.

-          ¿Tuvo un objetivo claro desde un principio o a medida que fue avanzando en la investigación decidió priorizar otras cuestiones?  Se conoce que en el libro devela la vinculación del grupo Graiver con  la guerrilla armada Montoneros a través de su financiación y además traduce la negociación forzada de la empresa Papel prensa a cargo de las fuerzas armadas.

-          - El objetivo de todo periodista es contar. Y si se pueden revelar verdades ocultas, mejor. Cuando descubrí que podía explicar el supuesto accidente en que asesinan a Graiver, y logré entender el derrumbe financiero del imperio bancario de David Graiver, me dije que el libro era posible. La inversión de la guerrilla en el grupo era bastante conocida y la operación del secuestro de los Born había sido objeto de reportajes en la prensa montonera. La venta de Papel Prensa también se conocía bastante porque el gobierno de Alfonsín indemnizó a la familia por el saqueo. Por aquellas fechas de fines de los 80 ya circulaba mucha información.  

-  - Teniendo en cuenta que conocía el entorno, ¿a quiénes recurrió con mayor frecuencia para profundizar acerca del tema?
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          -   Conocía al número 3 del grupo Graiver, Alberto Naón, quien vivía en Ginebra, luego que purgara pena en Bélgica por la quiebra de los bancos de Graiver, al cual recurrí para interiorizarme de muchos detalles. Y me ayudó un piloto suizo que supo manejar el tipo de aviones que alquilara Graiver, en uno de los cuales lo mataran en el atentado relatado en el libro.

     -    Una de las hipótesis que aparece en el trabajo se refiere a la muerte del empresario. En esta se habla de “un atentado cuidosamente perpetrado por organismos de inteligencia de Estados Unidos-CIA” ¿Cómo puede comprobarlo? ¿Mantuvo conversaciones con alguna fuente directa y prefiere preservarlo bajo el anonimato? Si fuese así, ¿piensa que le resta credibilidad no haberla publicado?
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          - El uso de las fuentes y su identificación o anonimato está suficientemente detallado en el prólogo (reserva las fuentes y lo justifica diciendo que nadie desmintió la historia, ni tuvo denuncias). Nada de lo sacado a luz por ese libro ha perdido vigencia por el paso del tiempo, más de 20 años. El mismo tipo de atentado del sufrido por Graiver, acaba de ser reactualizado por el célebre novelista británico John le Carré, en su reciente novela “Un traidor como los nuestros”. Se trata de una operación de inteligencia que a menudo emplean los servicios secretos anglosajones.    


      
       También en el prólogo del libro, de manera clara, introduce y previene al lector en cuanto al género con el que se enfrentará a lo largo del trabajo periodístico, la novela con técnicas de non-fiction, denominado faction o docudrama. ¿Con estos recursos cree que pone en riesgo a la investigación? Porque también se habla de “exponer hechos inventados”, puede que demasiados datos y descripciones desconcentren al lector.

               - El gran jurado es el lector. No hace falta la confesión de un asesino para relatar un asesinato. Sabemos que el hecho ocurrió, conocemos las circunstancias, se han identificado a los protagonistas, hay testigos, hay pruebas documentales y testimoniales y podemos escribir sobre ello. Si uno pretende tener la foto del asesino matando para escribir sobre el tema, pocas veces se podría disecar un crimen. El propósito es siempre el mismo: conocer la verdad, ir a buscarla donde se encuentre y costear las dificultades para llegar a ella.

-   Regresando de alguna manera al comienzo de la entrevista, ¿qué relación mantuvo con Montoneros? Teniendo en cuenta que formó parte de "la tendencia revolucionaria del peronismo", como Perón la llamaba: la Juventud Maravillosa.
            
               - La "tendencia revolucionaria del peronismo" fue muy amplia. Formé parte de ella, tuve muchos amigos guerrilleros.
          
      - ¿Como quiénes?

                - No voy a delatar a nadie. Hay unas 15 tentativas judiciales en marcha por parte de abogados vinculados a la dictadura que están tratando de abrir causas contra presuntos ex montoneros y no voy a dar información que puede perjudicar a ciertas personas.

    
     - Para lograr un equilibrio o cierta objetividad ¿En algún momento recurrió a periodistas para que le brindaran una información parcial del asunto?

               - En la investigación periodística sin la ayuda de los colegas es más difícil trabajar. Mucha gente me hizo llegar datos, documentos, pistas, testimonios y estoy muy agradecido. Creo que mi libro es objetivo, lo cual no significa que sea neutral. Nadie es neutral, lo cual tampoco significa que uno va a faltar a la verdad. El parámetro de referencia para definir la no neutralidad ante el delito o el crimen lo dan los principios de derechos humanos acuñados por la ONU a consecuencia de la segunda guerra mundial.

-     - A lo largo de la investigación se nota que hubo un gran trabajo periodístico ¿Cuál fue su mayor problemática?

               - La mayor problemática es relatar bien y convencer al lector del uso de la información que se le propone en un texto. La narrativa periodística es ardua. Borges decía que se publica para dejar de corregir, y tenía razón. Lo más difícil del libro fue entender que no fue un accidente sino un atentado la caída del avión en México con Graiver adentro.

- En algún momento de esta u otra investigación ¿Tuvo que pagar para conseguir información?

             -  Nunca he pagado por información de valor periodístico.

- ¿Sería capaz?


             - No lo haría.


Como apreciación personal, sin duda, hay dos diálogos que enriquecen la obra periodística. Uno es el encuentro de Graiver con Perón y el otro la violación de Miguel Etchecolatz a Lidia Papaleo. ¿Qué reflexiones pude hacer al respecto de esta creación de dichos escenarios? ¿Tuvo críticas?


             - La anécdota de Graiver con Perón me la contó Graiver, a quien conocí y traté bastante. Siempre me pareció fascinante. La violación sexual de Lidia Papaleo por parte de Etchecolatz nunca fue desmentida por ninguno de los dos. Tiene un valor simbólico que se refleja en el contexto del libro en general, y del episodio en particular de la caída de Lidia Papaleo tras su fallida tentativa de querer negociar con la dictadura. 

-   Y para finalizar, si hoy volviese a escribir el libro ¿Qué agregaría o sacaría del mismo?


           - No quitaría nada y agregaría la información desconocida en 1990, que hoy ha podido ser probada.


En Movimiento

  La Producción cinematográfica de Pablo Trapero puede tener muchas aristas dependiendo de la época en que se sitúe. No es lo mismo mirar y analizar lo que fue en sus comienzos el cortometraje “Negocios” y su continuación con el largo “Mundo Grúa”,  que la diferencia penetrante y característica que marcaron sus trabajos posteriores como  “El bonaerense”, “Leonera” y la reciente “Carancho”. Abstraerse a sus inicios y dejar de lado sus últimas producciones que definieron su estilo en la realización audiovisual, puede resultar poco familiar para aquellos que creen conocer el apellido Trapero en el mundo del cine, que sin duda, ha marcado un antes y después en la gran pantalla nacional y  hoy se lo caracteriza como un ícono del Nuevo Cine Independiente Argentino.  Pero no obstante, aquel director principiante de “Mundo Grúa”  que desconcierta  cuando se realiza una comparación con sus  últimas producciones, vuelve a aparecer como entre el olvido y demuestra  en la actualidad que todavía se pueden utilizar aquellos primeros  recursos que lo infiltraron en la cinematografía y llegar a descubrir algunos otros en medio de una búsqueda hacia lo desconocido. Ni más, ni menos, el cortometraje “Nómade”, realizado en el marco de “25 miradas , 200 minutos”  representa un nuevo viaje con algunos retornos y vuelve a sorprender en  un momento que Pablo Trapero solo se pensaba con escenas de violencia, sexo, e imágenes populares mientras se escuchaba de fondo cumbia, cumbia y más cumbia.
  “Mundo Grúa” y “Nómade” son producciones audiovisuales que vuelven a redefinir el escenario de Pablo Trapero como director, aunque el resto de sus trabajos también sean comprometidos profundamente con las problemáticas sociales. Pero particularmente, estas dos elaboraciones  vuelven a transmitir la eficacia de la utilización de pocos recursos y el sentimiento en carne propia de los actores que desempeñan los roles que corresponden a su vida cotidiana. 
  “Mundo Grúa” un largometraje en blanco y negro realizado mediante un capital aproximado de cinco mil pesos en co-producción con Lita Stantic, y  la participación de algunos actores,  en su mayoría personas sin experiencia  que venían de trabajos como “Negocios”, un corto de 17 minutos realizado entre fines de 1994 y principios de 1995, donde se puede encontrar con picardía al padre de Trapero, “Martín” el dueño del negocio y  a un cliente amigo como  Luis Margani – “Rulo”- que en “Mundo Grúa” continuaría la historia del trabajador inmerso en un contexto social desestabilizado por una política gubernamental neoliberal, transmitiendo la mala suerte y el sálvese quien pueda en el mercado laboral. 
  Y “Nómade” un cortometraje realizado especialmente para los festejos del Bicentenario argentino, a través de la Secretaria de Cultura de la Nación junto a la Universidad Nacional Tres de Febrero y la colaboración de la Asociación Argentina de Actores, el Sindicato de la Industria Cinematográfica Argentina y la Sociedad Argentina de Autores y Compositores, que vuelve a representar  el contexto desfavorecido, en esta ocasión de una deuda todavía no saldada a los pueblos originarios, especialmente a la comunidad Toba representada por “Tonolec”, sorprendiendo continuamente mediante una crítica a la sociedad actual con total libertad y originalidad por sobre todas las cosas, utilizando una especie de making off para volver a transmitir la similitud entre el pasado/presente y la ficción/realidad.
  Trapero logra moverse a través de una grúa y en el camino de tierra, puede hipnotizar y trasladar al contexto de la problemática y así también profundizar y transmitir la soledad, el malestar, la diferencia, la miseria y quizás la impotencia de no poder hacer más.  Un Tonolec caminando solo, transmitiendo lo precario de su comunidad, la ignorancia social en relación a la cultura nativa y un fondo… sin música, solo el silencio. Un Rulo sin un peso en el bolsillo, con problemas de salud, dificultades en el trabajo, rechazado y humillado por la ART, trasladado a 2000 Km de distancia para poder sobrevivir con un trabajo y el recuerdo de su gloria como bajista de una banda recordada, mientras de fondo los amigos cantan “No, no Pibe” un tema emblemático de Manal y el rock nacional de fines de los 60.
En estas producciones Pablo Trapero asombra y de una manera muy práctica con las herramientas al alcance. Solo se trata de contar historias simples, de un modo simple y con personajes creíbles.