jueves, 27 de noviembre de 2008

Violencia Escolar: Nunca se aprende


Desde finales de la década del 90, cuando se descubrió el primer hecho de violencia en una institución escolar, todos quedaron con la boca abierta. La Argentina, parecía sorprendida cada vez que visualizaba algún acontecimiento de violencia escolar. Se prendía la tele y si se veía algo de eso, enseguida surgían las preocupaciones. Pero… ¿ahora continúa la preocupación? O ¿se tomó como cotidiano?
Pareciera que en el año 2008, el tema de la violencia escolar, pasara desapercibido. ¿Será que el país se acostumbró a estos hechos?, ¿los argentinos ven demasiadas noticias de este tipo?, o quizás ¿se decidió inclinarse a la frustración, debido a la ineptitud por parte del Estado?
La cuestión, es que de igual forma, la violencia sigue estando presente. Porque cuando se habla de violencia escolar, también es violencia, sólo que se encuentra clasificada, como también hay violencia familiar, cultural, sexual, de género, psicológica, política y tantas otras. Al fin y al cabo todos los caminos conducen al Estado y la problemática a nivel social.
Desde el 98, los medios comenzaron a mostrar la situación que le tocaba atravesar a las instituciones educativas. Los alumnos que llevaban armas, los robos que se realizaban en los establecimientos, los incendios, el odio que emanaba de la sociedad, los estudiantes que se agredían, los profesores que se aprovechaban y abusaban sexualmente de ellos, los adolescentes que los repudiaban y que de alguna forma buscaban venganza.
Todos estos hechos comenzaban a hacerse partícipes del país, y mientras tanto, el Estado no aparecía.
Hasta el 2001, la situación continuó de la misma manera, hasta que de apoco comenzó a otorgarle un mayor énfasis. En un clima de tensión, ocasionado por la crisis económica y todos los problemas vigentes, la sociedad no parecía encontrar el rumbo en medio del abismo permanente.
Y mientras tanto, el Estado no aparecía.
Ya en el 2004, la situación explotó con la masacre ocurrida en Carmen de Patagones, donde Junior, de 15 años, mató a tres alumnos y otros cinco los dejó gravemente heridos, en la Escuela Media N°2 Islas Malvinas.
Pero, nada parecía llamar la atención del Estado, que otra vez no aparecía. Sólo aplicó las medidas legales, pero más que eso no hizo.
Ahora ¿aplicar amonestaciones, suspensiones, o controles por parte del Instituto de Menores, puede solucionar la situación?
Después en el 2005, sólo en los primeros cuatro meses, se detectaron 14.199 casos de agresiones físicas a alumnos bonaerenses. Y ese año, en la Capital, se denunciaron 176 episodios violentos en escuelas. Una vez más, salía a la luz la terrible y acostumbrada violencia con sus armas, amenazas, golpes y muertes.
En el 2006 continuó en crecimiento, sólo que ésta vez, el país consiguió estar por sobre los demás países latinoamericanos en una investigación realizada por la Unesco. Pero no por nada positivo, sino debido a las condiciones de violencia presentes en el sistema educativo.
Pero de igual forma, pasaban los años y el Estado no brindaba ningún apoyo. Sólo lo reglamentado, nunca hubo contención. Nunca se trató de solucionar el problema desde el problema mismo. ¿Tendrán una mejor estrategia que la sociedad no pueden darse cuenta?
Mientras tanto, la rutina continuó y el 2007, se mantuvo de la misma manera. Pero ahora que se llegó al 2008, ¿estamos en condiciones de preguntarnos cómo estamos? , ¿La respuesta es igual o peor? Confirmando de ésta manera, que a dos días del inicio de clases hubo otro hecho de violencia escolar, y en dos episodios, ocurrieron tres situaciones de violencia en el mismo día, y en un mes 7 hechos de violencia.
Sería difícil pensar en una pronta recuperación del sistema educativo, mejor dicho, del sistema social. Porque no depende solo del sector educativo, sino que contiene distintos factores, ya sean económicos, culturales, generacionales, políticos y demás.
Sintetizando, la sociedad Argentina, siempre se mantuvo alerta ante las problemáticas de la violencia, pero el tiempo lo desgastó por completo. En los últimos años dejó que la violencia le ganara, y no se impuso en ningún momento.Entonces, si el Estado no actúa y la sociedad tampoco lo hace ¿qué le deparará el futuro a este país?
Posiblemente, una gran pérdida. Tanto por parte de las víctimas, como de los victimarios, en donde se encuentran la mayor parte de los argentinos que creen que éste es un tema corriente. Porque la violencia escolar, es violencia y repercute a los más chicos, que algún día serán grandes si se los deja crecer. Eso dependerá de los adultos, aquellos que son padres, trabajadores, profesionales, o no, funcionarios políticos, comunicadores, en fin, argentinos.
La violencia está presente en las calles, las casas y los medios de comunicación que terminan por traspasar los patios y las aulas de todos los colegios. Esta agresividad latente no es ni nueva ni aislada, sino parte de la estructura de nuestra convivencia social.
La violencia escolar es un fenómeno que debe ser asumido de manera conjunta por los gobiernos, las autoridades educativas, los docentes, los padres de familia y los propios alumnos. No se trata de aislar al niño o al adolescente del mundo en el que vive, sino de mostrarle que existe otra realidad, que convive con la violencia cotidiana, pero que es diferente. Así, por ejemplo, la realidad de la paciencia, de la tolerancia, del respeto, de priorizar los afectos y la comprensión por sobre los conflictos de la vida diaria. Del empeño que comprometan todos los miembros de nuestra sociedad en esta tarea dependerán los resultados.